Faldas del Cerro Largo, finales del SXVIII.
Una defensa en ruinas, con el potencial de redefinir la historia.
Marzo 2016, una particular sociedad de investigadores abraza el desafío.
Reflexiones sobre San Nicolás de Bari y la "Conquista del Norte"
Durante tres jornadas en el mes de marzo de 2016, partiendo desde el fortuito hallazgo documentación "dormida" por mas de doscientos años, el estudio de esta y la prospección in-situ de nuevos sitios arqueológicos no conocidos hasta el presente, investigadores provenientes de cinco departamentos del Uruguay, decidimos hacernos de ese porvenir a la deriva, tomando el legado de brillantes pioneros
en el arte de hurgar nuestra historia desde los mismos lugares pasibles a
brindar más conocimientos, pero planteamos un punto de partida si se quiere opuesto,
partimos aquí desde el norte, para arribar a esos cabos sueltos que desde el
sur se han dejado, en esta ocasión, a sotavento.
Tras las primeras conclusiones
hipotéticas de rigor investigativo sobre estos "nuevos" documentos, dimos plena cuenta del valor
de las primeras familias que poblaron el norte de nuestro territorio, haciendo
frente a la incertidumbre, a un constante vaivén bélico, a las arremetidas
desesperadas de nuestros nativos, así como también a los temibles “bandeirantes”.
Estas familias pioneras, en una tierra de nadie y hasta “inconveniente”,
cimentaron nuestra independencia y consolidaron nuestra nación, es cierto tal
vez que no tenían la pompa de aquellas familias centralistas del sur, pero
tuvieron el coraje suficiente para hacer fértiles las rocas, limitar al invasor
en un grito desesperado de “esta es mi tierra”, en donde las circunstancias las
convirtieron en una defensa más. Consideramos pues a estos pioneros pobladores
del norte como un todo, una fortaleza inexpugnable ante el avance portugués,
pues, las certezas derivados
de esta investigación -aún en curso-, indicarían que el destino hizo devenir chacras en
guardias -y el valor cardinal de éstas-, y estancias en fuertes, ese destino
tenaz, tozudo, tal vez personificado y sin lugar a dudas abanderado de nuestra
libertad.
A la luz de estos nuevos hallazgos ocurridos desde finales del 2015 hasta marzo del 2016, dejamos planteadas algunas preguntas que como aquellos cabos de los que nos hicimos
en una primera instancia, pueden o no quedar sueltos a ulteriores
investigaciones, pero nos es de altísimo rigor, el dar a conocer esta nueva serie
de hipótesis, que sin lugar a dudas sumarán una “estrofa” más a la arrítmica
melodía de nuestra historia, acercando las fronteras sur y norte, descubriendo
a esta última de la niebla que la memoria histórica nos presentó durante
décadas de textos de estudio como tan lejana que casi no es nuestra. La sorpresa tomó repentinamente el protagonismo demostrando que supimos
pisar firme frente al opresor, donde siempre creímos no estar.
No es algo para nada infrecuente al revisar nuestra historia
el dar plena cuenta de que ésta está marcada a sangre y fuego por conflictos y
disputas territoriales desde la noche más lejana de sus tiempos, sea ya entre
tribus nativas o tras la occidentalización de las Américas, en donde los
intereses de los distintos y variados imperios mostraron su faceta más cruenta.
Desde aquella “tierra de ningún provecho” tal como la veían los primeros
adelantados españoles, hasta el gran provecho que casi mágicamente se
descubrió una vez el explorador criollo Hernandarias arreara miles de cabezas
de ganado por todo el territorio: Cuero, la vaquería cimarrona fue durante un
muy largo periodo el oro Oriental que colmaba las bodegas de los buques
europeos. Previamente a esta veta germinal del capitalismo más temprano, la
boca de entrada a las Indias Occidentales fue, claro está, el Río de la Plata y
no en vano toda Europa puso sus ojos en nuestros puertos naturales, dando
origen de esta manera a los primeros poblamientos estratégicos, devenidos por
lógica en fuertes, ya que quien dominase la entrada-salida al corazón de las
Indias, todo lo dominaba. Desde el emplazamiento indígena guaraní en Paysandú,
las fortificaciones de Soriano, El “bloque” coloniense, la apresurada
Montevideo, siguiendo por el “infierno de los navegantes” en las baterías de
Maldonado, y los fuertes de Rocha; claro estaba que un territorio tan defendido
tenía su valor. La pregunta que surgió haciendo un ejercicio imaginativo de
retrospección a ese cordón defensivo desde el litoral hacia el atlántico sin dudas fue: ¿El norte, estaba completamente indefenso?, ¿Era una cuestión únicamente de
costas?
Al remitir a nuestras defensas a lo largo de la historia,
por lo general rememoramos las imponentes murallas de la Colonia del
Sacramento, las fortalezas de Sta. Teresa y San Miguel y alguna batería
artillada como lo son las de Isla Gorriti en Maldonado. Y todas enfrentando la costa. Empero
supimos defendernos de maneras un tanto más inverosímiles si se quiere, y en
lugares en donde no mucho empeño ponían las coronas en atender. Este sistema
defensivo de fuertes y baterías estaba unido a una gran cantidad de “guardias”
de campo que a veces, ni siquiera llegaban a ser cuarteles, pero operaban de la
misma manera y ante enemigos que el mismo rostro tenían tanto desde la costa
como desde la tierra más profunda. Y su ubicación tampoco estaba dejada al
azar. Muchas veces, recorriendo el interior profundo como algunos prefieren
llamar a los territorios más alejados de Montevideo y costas, observamos
ruinosos emplazamientos que rápidamente agregamos a la categoría de “tapera”,
considerándolo un viejo casco de estancia estropeado por el tiempo, de estos
efectivamente tenemos cientos que no son más que eso, hasta que el súbito cruce de
la documentación adecuada nos llevó a indagar algo más, y una vez en campo,
esas otrora “taperas”, se fueron perfilando como algo sensiblemente diferente a
una gran edificación, ciertos detalles arquitectónicos, su emplazamiento territorial
estratégico y la disposición de sus “ruinas”, nos invitaron a investigar su identidad.
En muchos casos, tras largas investigaciones no encontramos sino una “falsa
alarma”, tratándose a fin de cuentas de una estancia algo defendida ya sea de
nativos, vaquería, entre otros quehaceres “matreros”, pero en muy pocos
casos se tiene la suerte -como la tuvimos- de dar con un lugar que, de posicionarlo en su auge,
razones tenía para erguirse en murallas y no precisamente de bandoleros
sueltos. Esta es la investigación de una de ellas, situada de forma casi inaccesible en la falda del Cerro Largo.
Para mejor comprensión
debemos situarnos unos siglos atrás, en una tierra olvidada pero susceptible de
repentinos arrebatos territoriales. Nos situaremos entonces en el actual Cerro
Largo hacia finales del SXVIII y tres potencias: El brioso imperio de Portugal,
La decadente Corona Española y el incipiente pueblo Oriental, que derivaría en
una República, no mucho tiempo mas adelante.
La disputa por el territorio Oriental entre Portugal y
España remite prácticamente a los inicios de la conquista alrededor del SXVI y
desde todos los flancos. La misma fundación de Montevideo responde a un acto de
respuesta rápida ante el avance portugués en el sur desde su ya emplazado
fuerte de Colonia del Sacramento, venían a por el puerto natural de Montevideo,
estratégicamente perfecto, y parte una expedición española encabezada por bruno
Mauricio de Zabala para establecer en el mismo una precaria plaza. La situación
en el norte del territorio, conocido en ese entonces como las Misiones
Orientales, de gran presencia Jesuítica y Guaraní, tomaba cada vez más el caris
de lo que en el sur se venía sucediendo, una permanente conquista sobre lo
otrora conquistado.
Nos posicionamos entonces en un territorio con una franja
costera de E a O fuertemente defendida y disputada, ruta de tránsito de los
principales valores de exportación a Europa -el oro y plata del Alto Perú no
tenía manera de llegar a Europa evitando el Río de la Plata-, sin embargo, el
norte permanecía como un lugar altamente inconcluso, percibido como predominantemente hostil por su vasta presencia nativa y criminal -bandeirantes-, por lo cual no era el destino más
deseado a poblar por las familias que llegaban al nuevo mundo. Sumándose a
esto, su topografía grandemente desconocida generaba en las poblaciones del sur
una suerte de desinterés un tanto incómodo de tratar.
El caso es que tarde o temprano debía ser tratado política y
militarmente ya que el descuido en la “retaguardia” oriental podría poner a las
colonias españolas en zozobra. La tormenta portuguesa, si bien mantenía al
territorio bastante ocupado en los fuertes costeros, avanzaba lenta pero segura
en un territorio tal vez, muy conscientemente relegado por parte de los Virreyes
españoles que velaban más por el seguro tránsito del oro y plata desde el Río
de la Plata hacia esa Europa ya en una crisis crónica que no hacía más que
acaudalar noblezas corruptas y solventar sus propias guerras, tales como las
conocidas “Guerra europea de los treinta años”, la Ignominiosa “Guerra de los
ochenta años en Flandes” y las posteriores Guerras peninsulares bajo las garras
Napoleónicas, planteando un panorama de un liso y llano saqueo a las Américas
por “gastos infames” al otro lado del Atlántico. Claro es entonces que los
delegados de las coronas -principalmente española- en estas tierras, velaban
por nada, excepto formalismos diplomáticos para “legitimar” el contrabando y el
corso, que respondía básicamente al compulsivo transporte de esos preciados
minerales, la costa era el enclave, la tierra adentro, se pensaría después y
tal vez tarde. Pero ¿Qué era entonces de esas tierras a las que la corona de
momento les daba la espalda por razones netamente económicas?, ¿Quiénes las
poblarían?, ¿Qué papel jugaban -a solas-?
La Sociedad de Amigos de la Tradición del Uruguay (SATU), con el apoyo de la Intendencia Municipal de Cerro Largo, del Museo de Historia Natural y Antropología de Cerro Largo y del Museo Sin Fronteras (Rivera), emprendió tras una exhaustiva investigación de nuevos documentos y un sistemático trabajo arqueológico in-situ de emplazamientos geográficos, una de las mas ambiciosas empresas investigativas en materia de historia nacional logrando una muy amplia repercusión de prensa. Los descubrimientos arqueológicos, cotejados con la nueva documentación hallada, marcaron fuertes hipótesis relacionadas con los primeros poblamientos criollos en el norte de nuestro territorio y su defensa, tomando preponderancia la "mítica" guardia de San Nicolás de Bari, redefiniendo procesos y personajes tales como Agustín de la Rosa. Si bien el capítulo aún no está cerrado, dada la contundencia de los hallazgos y las primeras hipótesis, la historia tal como la conocemos, podría repentinamente mostrar aristas de una significación tal, que no permitiría lugar a la duda sobre la realidad fáctica de que la historia de nuestra Patria aún puede sorprendernos de maneras insospechables.
Inv. Gonzalo Fierro Osores
Miembros investigadores SATU:
-Sr. Marcos Sosa Cantera (Cerro Largo).
-Sr. Renzo Loggio (Salto).
-Sr. Gonzalo Fierro Osores (Montevideo).
-Sr. Channick Hernández (Colonia).
-Sr. Christian Leal (Rocha).
-Sr. Federico Ricagni (Cerro Largo).
*La Sociedad de Amigos de la Tradición del Uruguay es una organización sin fines de lucro orientada a la investigación, defensa, divulgación y democratización del conocimiento histórico-patrimonial nacional.
*Prensa:
*Próximamente primer informe sobre mencionada investigación:
*Video: